Comunicación constante con Dios

Por el Padre Jairo Gregorio Congote

Muchas veces el Evangelio es cualquier cosa menos una dulce historia para niños pues habla de las crisis que presagiaron conflictos futuros en la vida de todas las personas en cuestión. Los podemos ver justo puestos abiertos ante nosotros, los caminos tomados por personas buenas y justas. La forma en que manejan sus cambios inesperados en la vida señala patrones, ejemplos que podemos incorporar en nuestras propias vidas cuando las cosas van mal, realmente mal. De alguna manera, Dios se comunica con cada uno de nosotros diariamente.
La crisis en el Evangelio es clara. María, una mujer joven es encontrada embarazada. Tenía un prometido. Su propia vida, y la de su bebé, dependían de las acciones de su prometido, José. Apuesto a que María se enfrentaba a una situación muy difícil. Podría ser condenada a muerte por lapidación. Fue horrible hace unos años, cuando la gente de todo el mundo oyó hablar de una mujer de Oriente Medio que fue condenada a muerte porque era pecadora, si esto sucedió el año pasado, ¿Se imaginan en el tiempo de María? ¿Y José? ¿Qué hay de José? Podría haber sido una situación extremadamente difícil. El Evangelio de Mateo explica que tuvo una visita angelical en un sueño.
Sin embargo, Dios se comunicó con José quien escuchó, obedeció y la historia del mundo entero cambió. Esta es la clave. Esto es lo que podemos aprender de este fantástico evento. Dios se comunica con cada uno de nosotros diariamente. Ciertamente, no se trata de situaciones que cambian el mundo como estas. Sin embargo, ¿tenemos visitas angelicales? ¿Cómo recibimos los mensajes de Dios? ¿Cómo son los ángeles mensajeros de hoy? Mencionemos cuatro maneras de escuchar a Dios. Una forma de escuchar a Dios es en los eventos que rodean nuestras vidas. Cuántas veces hemos sobrevivido a accidentes o situaciones terribles que nos invitan a comenzar una nueva vida porque tenemos una segunda oportunidad, recibimos el mensaje que queremos obedecer. Una segunda forma la encontramos en las Sagradas Escrituras, ellas nos comunican la Palabra de Dios. San Ignacio de Loyola solía compartir una línea de las Escrituras con un joven de la Universidad de París. Dijo repetidamente: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y sufrir la pérdida de su alma? Finalmente el joven escuchó y porque escuchó la palabra de Dios y obedeció, ahora se le conoce como San Francisco Javier.
La tercera forma que Dios usa para comunicarse con cada uno de nosotros diariamente podemos encontrarla en las voces de los demás. Tenemos el ejemplo de Isaías y el rey Acaz que mostraron más fe en la fuerza militar de Asiria que en el Dios de Israel. A veces las voces de otros nos traen la palabra de Dios. ¿Podemos estar tan abiertos a Dios? ¿Podemos oír y obedecer cuando la palabra llega a través de la voz de un vecino, un monje, un amigo, un miembro de la familia, o incluso por radio o televisión?
Finalmente, la cuarta forma que Dios usa para comunicarse con cada uno de nosotros diariamente viene en los impulsos de nuestros propios corazones. San Benito dice que se necesita una escucha profunda; se supone que debemos escuchar con los oídos de nuestros corazones, escuchando muy intensamente, para escuchar a Dios dentro de nosotros. Incluso en estos días ocupados justo antes de Navidad, debemos reservar tiempo para escuchar a Dios en nuestro interior. Si seguimos lo que nos quiere decir el Señor, al igual que María y José, una vez que entendemos y escuchamos a Dios, no queda nada más que obedecer. María lo hizo y Jesús fue concebido. José lo hizo y “llevó a su esposa a su casa”. Esto no es un cuento de hadas. María y José escucharon y obedecieron y todo cambió para siempre. Si hacemos lo mismo, nuestro mundo cambiará para siempre porque Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo se comunica con cada uno de nosotros diariamente y en nuestra vida común y corriente.