Ayudó en una investigación de trata de personas en Omaha. Ahora enfrenta la deportación.
Por Jeremy Turley y Emily Wolf
Flatwater Free Press
Dos semanas antes de que la policía y agentes federales irrumpieran en el New Victorian Inn and Suites para desmantelar una presunta red de trata de personas, Eudis Cuéllar Martínez ya había descrito a los oficiales de Omaha lo que encontrarían adentro.
El venezolano relató a la policía que seis familias numerosas vivían junto a él y otros trabajadores inmigrantes en el hotel. Les contó que no había recibido la mayor parte de su salario y que sentía que no podía decir “no” a sus jefes debido a su estatus indocumentado.
Las declaraciones de Eudis —registradas tras su arresto por un cargo de drogas que luego fue desestimado— aparecieron en tres páginas de una extensa denuncia penal, reforzando las acusaciones de trata laboral contra sus exempleadores: cinco hoteleros y dueños de salones de origen hindú.
A pesar de su cooperación con la policía, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE) arrestó a Cuéllar Martínez durante el operativo. Ahora enfrenta la posibilidad de ser deportado a Venezuela.
Su arresto se produce mientras la administración Trump intensifica la detención de más “colaterales”: inmigrantes indocumentados encontrados incidentalmente mientras se ejecutan órdenes de arresto contra otros sospechosos. Durante la redada en Omaha fueron detenidos otros trece colaterales.
La vocera de ICE, Tanya Román, dijo que la cooperación de Cuéllar Martínez con la policía no cambia la forma en que la agencia maneja su caso.
“Dar información durante una entrevista no convierte a alguien en fuente humana confidencial, y Cuéllar Martínez no está clasificado como tal”, señaló Román. “ICE arresta a extranjeros ilegales con antecedentes penales cuando los encuentra, independientemente de si han proporcionado información o no”.
Cuéllar Martínez dijo al Flatwater Free Press que no es justo que terminara tras las rejas después de ayudar en una investigación que capturó a cinco presuntos traficantes y rescató a 27 víctimas.
“Al final dicen que lo que yo les dije a ellos les sirvió para rescatar a toda esa gente”, dijo Cuéllar Martínez en español. “A ellos les sirvió, pero a mí no. A mí lo que me sirvió fue que me arrestaran”.
Mala suerte
Con su país en medio de una prolongada recesión, Cuéllar Martínez partió hacia Estados Unidos en 2023, dejando atrás a su esposa y dos hijos.
Tras meses de viaje por Centroamérica, dijo que se entregó a ICE tan pronto como cruzó ilegalmente a Texas. La agencia lo liberó en espera de una audiencia en 2026, donde planeaba presentar una solicitud de asilo.
Explicó que quería ganar suficiente dinero para comprar una casa modesta para su familia en Venezuela. Consiguió trabajo como obrero en un hotel de Omaha administrado por Ketankumar y Amit Chaudhari, pero se fue a Denver porque no le pagaban.
Regresó a Omaha a principios de este año para una segunda temporada con los Chaudhari, cuando le prometieron $1,500 por cada habitación de hotel que pintara y arreglara, además de un lugar donde vivir, dijo. Sin embargo, después de un pago inicial, el dinero prácticamente dejó de llegar.
Desde afuera, parece que Cuéllar Martínez estaba siendo explotado, pero eso no necesariamente significa que fuera víctima de trata laboral, dijo Teresa Kulig, profesora de justicia penal en la Universidad de Nebraska en Omaha.
El 30 de julio, Amit Chaudhari llevaba a Cuéllar Martínez a la tienda para comprar más pintura cuando la policía los detuvo y descubrió una droga llamada khat y $5,000 en efectivo en la camioneta. Los oficiales arrestaron a ambos hombres.
Cuéllar Martínez pensó que lo detenían por una multa vieja por conducir sin licencia, dijo al Flatwater Free Press. Mantuvo su inocencia en una entrevista con la policía y ofreció información sobre sus problemas con los Chaudhari, aunque no sabía que estaba contribuyendo a una investigación más amplia.
Permaneció en la cárcel durante ocho días por cargos de drogas pendientes que los fiscales desestimaron a finales de agosto.
Cuatro días después de regresar al New Victorian, agentes de ICE allanaron el hotel.
“En menos de segundos se me acabó todo”, dijo Cuéllar Martínez. “Hice todo lo posible por hacer las cosas bien, pero no valió la pena”.
Un comunicado de prensa del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) anunció la detención de 14 colaterales y describió a Cuéllar Martínez como “un extranjero ilegal criminal de Venezuela con cargos pendientes de posesión de drogas”.
Román afirmó que “independientemente de si sus cargos fueron desestimados o no, él es un criminal que está violando la ley federal”.
ICE no considera a Cuéllar Martínez un informante, añadió Román, porque “convertirse en fuente humana confidencial requiere documentación específica y un proceso formal”.
La abogada de inmigración de Omaha, Rachel Yamamoto, coincidió en que no es un informante en sentido legal, pero dijo que el DHS debería tratar su caso con mayor indulgencia por su cooperación. Sin embargo, no espera que eso suceda.
En administraciones anteriores, la agencia podría haberle permitido ser liberado bajo fianza hasta su próxima audiencia, dijo. Pero bajo Trump, los fiscales tienen órdenes de no usar ese tipo de discreción.
“Él es solo una pieza pequeña en todo esto, y no creo que el gobierno vaya a darle ninguna consideración”, afirmó Yamamoto.
Cuando se corra la voz sobre el trato que recibió Cuéllar Martínez por parte del sistema de justicia, se debilitará la relación de la comunidad inmigrante con la policía y más delitos dejarán de denunciarse, dijo Juan Carlos García, director de alcance hispano de los Padres Columbanos.
“Necesitamos confiar en que cuando ayudamos, nos van a ayudar a cambio o al menos lo suficiente para no terminar en la cárcel por hacer lo correcto”, expresó García. “Si la persona que habló termina deportada, nadie más va a hablar”.
Cuéllar Martínez ha pasado más de tres semanas en la cárcel del condado de Woodbury en Sioux City, Iowa. No ha podido comunicarse con su esposa e hijos desde el operativo.
“A veces pienso hablar que me manden para mi país. Dime y me voy, porque yo nunca he estado encerrado,” dijo. “A nadie le deseo estar preso, porque eso aquí es una tortura.”
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