La sabiduría de Dios
Por Padre Jairo Gregorio Congote
Recuerdo mi infancia cuando leía y veía todo tipo de películas que hablaban de personas que buscaban tesoros. Buscaron en los campos, en las colinas, bajo el mar. Si tan solo pudieran encontrar oro o diamantes, serían felices. Mis programas de televisión favoritos tenían que ver con fantasía como “hechizada” y mi bella genio, Ali Babá. Hoy en día algunos de nosotros todavía estamos buscando tesoros. Excepto que ahora lo buscamos en la lotería, en el casino, el mercado de valores. De una forma u otra, todos somos cazadores de tesoros. Todos nosotros estamos buscando algo que nos haga completamente felices.
Hablemos del reinado de Salomón. Cuando era solo un hombre joven, sin desafíos, inexperto, probablemente acosado por todo tipo de dudas, podría haberse preguntado: “¿Tengo lo que se necesita para ser un rey?” ¿Estoy a la altura de este desafío? Las lecturas nos dicen que Dios se le aparece a Salomón en un sueño y le dijo: “pídeme algo y te lo daré”. Ese es un momento extraordinario: Dios le ofrece como un genio todo lo que quiera. Dios está tan complacido con la respuesta de Salomón que decidió hacer de Salomón el hombre más sabio que jamás haya vivido. Es como si el Señor dijera: “Porque no pediste una larga vida para ti, ni riquezas, ni la vida de tus enemigos, haré lo que pediste”. Dios está complacido porque su respuesta está relacionada con llevarlo a una vida más profunda. Al pedir sabiduría, Salomón estaba tratando de ordenar su vida y centrarla en el terreno y lugar apropiado. Una vez que obtenga sabiduría, viendo las cosas desde la perspectiva divina, sabrá qué hacer con cualquiera de las cosas buenas y malas que se le presenten.
Supongamos que se hace rico, si es sabio, sabrá cómo usar y disponer de su riqueza. Y, supongamos que le quitan su riqueza, bueno, si es sabio, sabrá cómo manejar esa situación también. Supongamos que conquista a sus enemigos, bueno, si es sabio, entonces los tratará de acuerdo con los propósitos de Dios. Sabrá qué hacer con su ventaja política y militar. Supongamos que sus enemigos lo derrotan, bueno, si es sabio, también sabrá cómo manejar esa situación. Él verá esa situación desde el punto de vista divino. Supongamos que se le da una larga vida, bueno, si es sabio, sabrá cómo vivir bien esa larga vida, para llenar esos años con las obras del Señor.
Supongamos que su vida se acorta. Si es sabio, sabrá cuál es la mejor manera de llenar el tiempo que se le ha dado. Al pedir este bien fundamental que es la sabiduría, Salomón se ha permitido ordenar y dirigir cualquiera de los otros bienes y males de su vida. La sabiduría es el don más precioso que una persona puede tener. Es un verdadero tesoro. Sin ella, todas las demás cosas son inútiles porque no sabremos cómo usarlas. Supongamos que Salomón hubiera pedido la victoria sobre sus enemigos: “Señor, dame la victoria, déjame ser el conquistador del mundo, que nunca me molesten mis enemigos”. Bueno, habría tenido una especie de paz superficial pero al final su victoria lo habría destruido porque no sabría qué hacer con ella.
Hoy en día, todos conocemos casos de jóvenes atletas, jóvenes estrellas del pop que a la edad de veinte o veintiún años de repente se ven inundados de riqueza, poder y fama, ¿qué les sucede? Casi sin excepción entran en depresión, en abuso de drogas, ¿cómo es eso? Es el mismo principio porque sin sabiduría, sin participación en Dios, las cosas nos destruirán. Una vez que hacemos de estos bienes el centro de nuestras vidas, se convierten en mal. Tenemos que tener cuidado con lo que queremos que sea el centro de nuestras vidas.
Cuando seguimos los pasos de Jesús, sabemos cómo manejar todas las situaciones. Bartimeo, el famoso ciego, le dijo a Jesús: Quiero ver, visión espiritual, significa, ver como tú ves maestro. Si tenemos a Cristo, el resto se encargará de sí mismo. Necesitamos tener a Jesús en nuestras vidas. Si tenemos a Cristo podemos manejar la riqueza y la pobreza, podemos manejar el éxito o el fracaso, si tenemos a Cristo podemos manejar la victoria o la derrota. Es por eso que cuando escuchamos esta pregunta de Dios acerca de concedernos lo que queramos, necesitamos pensar profundamente en la respuesta. ¿Qué diría? A través del don de la sabiduría, Dios nos comunica el significado de la vida y la grandeza de nuestro destino, que es estar con Dios.