Las Comadritas, Abuelitos
Por Yolanda Estrada
Toc, Toc … –PASE COMADRITA, ¿CÓMO HA ESTADO? –Bien de salud y un poco triste porque mi abuelita, quien vive en México, está muy enferma. –PERO, ¿TODAVÍA TIENE USTED ABUELA? –Aunque usted no lo crea, comadre. –PUES YA HA DE TENER COMO MIL AÑOS. –No tantos comadre, pero ya le va pegando a los cien. –¿Y VA A IR A VERLA, COMADRITA? –No sé comadre, mi mamá quiere que vaya pero yo lo estoy pensando, pues con quien voy a dejar a mis huercos; además, en agosto estuve allá. ¿No habrá una comadre que se anote? –PARA ESO NO COMADRITA. SUS HUERCOS TODAVÍA ESTÁN MUY CHICOS Y ES MUCHA RESPONSABILIDAD. –Sí comadre, la entiendo. Y mis bodoques no son precisamente unos angelitos. –SÍ COMADRITA, A ESO ME REFIERO. –Pues yo creo que, definitivamente no voy a ir; mi mamá comprenderá. Además, allá tengo mucha familia: tíos, primos, hermanos, sobrinos, etc. Mi abuela tuvo nueve hijos y de ellos nacieron treinta y tres nietos y no sé cuántos bisnietos. –¿Y TODOS ESTÁN ALLÁ? –Así es comadrita. ¿Y usted todavía tiene abuelita? –¿QUÉ PASÓ COMADRE? YA TENDRÍA COMO CIENTO TREINTA AÑOS, JA,JA,JA. –No se ría comadre, es que yo soy muy mala para calcular edades, pero si tiene recuerdos de ella, ¿verdad? –PUES SÍ, YO RECUERDO A MI ABUELITA SIEMPRE VIEJITA Y ARRUGADA, TODO EL TIEMPO SE PEINABA DE CHONGO SOBRE LA CABEZA. NO TENÍA MUCHAS CANAS Y NO CREO QUE SE PINTARA EL CABELLO. ELLA ERA DE LOS NATIVOS DE TEXAS Y NUEVO MÉXICO. –¿O sea que su abuelo se casó con una nativa estadounidense? –ASÍ ES COMADRE. CUANDO SE LE OÍA CANTANDO EL HIMNO NACIONAL MEXICANO, ERA SEÑAL DE QUE ANDABA ENOJADA Y HABÍA QUE TENERLE MIEDO. USABA UNOS LENTES REDONDITOS Y SIEMPRE TRAÍA UNOS ARETES DE ORO EN FORMA DE CANASTITAS. USABA ALPARGATAS NEGRAS Y MEDIAS DE ALGODÓN COLOR BEIGE. EN VERANO, A VECES SE APARECÍA EN MI CASA. CAMINABA COMO CUATRO KILÓMETROS ACOMPAÑADA DE SU PERRITO FALDERO LLAMADO “RANCHERO”. RECUERDO QUE LE DESBARATABA LAS ALMOHADAS A MI MAMÁ Y LAVABA LOS FORROS. LUEGO PONÍA LA LANA AL SOL Y LE DABA CON UNA VARA PARA SUAVIZARLA, DESPUÉS LAS ARMABA DE NUEVO. TAMBIÉN NOS PEINABA, A MI SISTERCITA Y A MÍ, CON UNAS TRENZAS MUY APRETADAS, LAVABA LOS LISTONES AL INSTANTE Y LOS PLANCHABA CON UNA TOALLA. SE QUEDABA EN MI CASA DOS O TRES DÍAS Y LUEGO MI PAPÁ LA LLEVABA EN SU TROQUITA VERDE. AL “RANCHERO” NO LE GUSTABA SUBIRSE A LA TROQUITA VERDE Y SE QUEDABA UNOS DÍAS MÁS. CUANDO VEÍA QUE LA ABUELA NO REGRESABA, SE IBA SOLITO. SE ENOJÓ CON LA TÍA JULIA, QUIEN VIVÍA CON ELLA, PORQUE ÉSTA ENTRÓ A LA MODERNIDAD Y COMPRÓ ESTUFA, CALENTADORES Y LÁMPARAS DE GAS Y LE ECHÓ FUERA SU ESTUFA DE LEÑA DE TODA LA VIDA. A RAÍZ DE ESTO, LE PIDIÓ AL ABUELO QUE LE CONSTRUYERA UN CUARTO GRANDE CON BAÑO, ANEXO A LA CASA. NI EL ABUELO ENTRABA AHÍ. TENÍA UNA CAMA INDIVIDUAL, ROPERO Y TOCADOR; UNA MESA CON DOS SILLAS, TRASTERO Y, DESDE LUEGO, SU ESTUFA DE LEÑA QUE ERA MUY BONITA. COLOR VERDE Y BEIGE Y LE SERVÍA EN INVIERNO COMO CALENTADOR. –¡Ay comadrita! Qué buena memoria tiene, cuando yo sea grande quiero ser como usted. –PUES APÚRELE COMADRE, QUE YA LA ESTÁ DEJANDO EL CAMIÓN. JA,JA,JA. –Bueno comadre, gracias por el cafecito y la plática. ¡Hasta la próxima! …