Las Comadritas, Casa Quemada

Toc, toc… —PASE, COMADRITA, PASE A LO BARRIDO. —Gracias, comadrita. Mire, traje unos tamalitos que compré en la lonchera amarilla de la Calle “L”. ¿Recuerda que me dijo que los compró y estaban muy buenos? —SÍ, COMADRE, ESPERO SIGAN IGUAL DE BUENOS, PUES CAMBIARON DE COCINERA. —¡A probarlos, Comadre! —SÍ, SIÉNTESE, AHORITA LE TRAIGO SU CAFECITO. —Y cuénteme. ¿Qué ha hecho de su vida? —AQUÍ, COMO DICE LA CANCIÓN, VIENDO PASAR EL TIEMPO. —No le creo, comadre, usted siempre está haciendo algo, parece una hormiga. —TIENE RAZÓN, COMADRE, NO ME GUSTA ESTAR OCIOSA. —Sí, comadre, y ya ve que las mujeres tenemos fama de poder hacer dos o más cosas al mismo tiempo. —SÍ, COMADRE, PODEMOS ESTAR COCINANDO EL GUISADO Y HACIENDO EL ARROZ. —Y también lavando ropa, trapeando el piso y hablando por teléfono; así como vigilando a los huercos y ayudándolos a hacer sus tareas. —ASÍ ES, COMADRE. NO HAY DUDA QUE SOMOS “CHSPT”. —Oiga, Comadre, me dijeron mis bodoques que ayer, que yo no estuve, vinieron los bomberos aquí cerca. ¿Sabe qué pasó? —SÍ, COMADRE, RESULTA QUE MI VECINA DOMITILA SALIÓ A LA TIENDA Y DEJÓ LOS FRIJOLES COCIENDO Y SE LE QUEMARON. SONARON LAS ALERTAS Y LLEGARON LOS BOMBEROS. AFORTUNADAMENTE NO PASÓ A MAYORES, GRACIAS A DIOS. —¿Y cómo entraron los bomberos? —LA PUERTA ESTABA ABIERTA, COMADRE. A PROPÓSITO DE INCENDIOS. ¿LE GUSTARÍA OÍR ALGO QUE ME PASÓ HACE TIEMPO? —Soy toda oídos. —“ESTOY EN MI CASA DE MÉXICO, EN LA PLANTA ALTA. SON COMO LAS DIEZ DE LA MAÑANA. DE REPENTE, OIGO MUCHO ESCÁNDALO Y ME ASOMO POR LA VENTANA. VEO QUE SALE MUCHO HUMO DE LA CASA DE ENFRENTE. AHÍ VIVE LA MAESTRA GEORGINA. MARCO ANTONIO, EL MUCHACHO QUE HACE LOS JARDINES DE LA CUADRA ME GRITA: ‘SEÑORA, HABLE POR FAVOR A LOS BOMBEROS’. MARCO EL 066 Y LES DIGO LO QUE PASA. ME PREGUNTAN SI HAY ALGUIEN ADENTRO PARA MANDAR UNA AMBULANCIA. LES DIGO QUE AHÍ VIVE UNA SEÑORA VIEJITA Y SU HIJA, PERO NO SE SABE SI ESTÁN ADENTRO Y LA REJA ESTÁ CERRADA CON CANDADO. EN DIEZ MINUTOS LLEGAN LOS BOMBEROS, LA AMBULANCIA Y LA PATRULLA. LOS BOMBEROS ABREN LA REJA, TIRAN LA PUERTA Y APAGAN EL FUEGO. —¿Y no había nadie adentro? —NO, COMADRE; SE QUEMÓ LA SALA Y LA COCINA. EN ESO LLEGAN LA MAESTRA Y SU MAMÁ. ELLA CREE QUE FUE UNA VELADORA LO QUE PROVOCÓ EL INCENDIO. SE SIENTA EN LA BANQUETA Y LLORA DESCONSOLADAMENTE, VIENDO TODAS SUS COSAS QUEMADAS Y MOJADAS. YO SACO UNA CUBETA CON AGUA Y JABÓN Y UN CEPILLO Y EMPIEZO A LAVAR LAS PAREDES QUE ESTÁN NEGRAS DE HUMO. LOS VECINOS SACAN LAS COSAS A MEDIO QUEMAR QUE YA NO SIRVEN. VEO A PATY, OTRA VECINA, SACANDO ROPA PARA LAVARLA EN SU CASA. LE DIGO AL JARDINERO QUE VAYA A LAS CASAS A PEDIR PINTURA Y LLEGAN TODOS CON BOTES, RODILLOS, BROCHAS Y ESCALERAS Y SE PONEN A PINTAR. QUEDÓ TODO PINTADO AUNQUE DE DIFERENTES COLORES. LUEGO, LOS VECINOS TRAEN MUEBLES USADOS COMO MESAS, SILLONES, SILLAS, LÁMPARAS, VAJILLAS, OLLAS Y MUCHAS COSAS MÁS. EL RUTILO TRAE UN TELEVISOR QUE SE HABÍA SACADO EN UNA RIFA Y UNA MESITA PARA COLOCARLO. LLEGA LA HIJA DE LA MAESTRA, QUE VIVE EN QUERÉTARO, NOS DA LAS GRACIAS, NOS ABRAZA Y BESA. SE SUBE AL TOLDO DE SU CARRO Y DICE QUE YA NO TRAIGAMOS MÁS COSAS, QUE YA TODO SE REPUSO. LUEGO, DESPIERTO……. —¡Ay, comadrita, es un sueño! —SÍ, COMADRE. —Moraleja: ‘No dejar veladoras encendidas cuando salgamos’. Bueno, comadrita, gracias por el café y la plática. La veo luego. ¡Adiós!

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