Las Comadritas: Caminito de la Escuela
Toc, toc… —PASE, COMADRITA. ¿CÓMO ESTÁ? —Bien, comadrita. ¿Y a usted cómo le ha ido? —BIEN, COMADRE, YA HACÍA RATO QUE NO NOS VEÍAMOS. —Sí, comadre, con todo este rollo del jardín y luego los preparativos para la escuela de los huercos, no había podido venir. Pero aquí estoy para echar la platicada un ratito. Mire, le traje unas barritas de “marielena” que sé que le gustan mucho. —GRACIAS, COMADRITA. YA LE SIRVO EL CAFÉ. —Ay, comadre, ¡ya tenía ganas de sentarme sin preocupaciones a tomar mi cafecito! Es una de las cosas que más me gustan. —OIGA, COMADRE, ¿QUÉ OPINA USTED DEL CAFÉ? ¿ES BUENO O ES MALO? —Mire, comadrita, yo he sabido que una persona sana puede tomar hasta 400 miligramos por día de café. —NO SÉ CUÁNTOS MILIGRAMOS ES UNA CUCHARADITA, PERO ES LO QUE YO TOMO EN LA MAÑANA, Y CUANDO NO TOMO, ME DUELE LA CABEZA. RARA VEZ TOMO MÁS EN EL DÍA. —Sí, comadre, yo también, y creo que 400 miligramos equivalen a tres tazas, y los que sufren insomnio no deben tomar café después de las cinco de la tarde. —PUES LLEGAMOS A LA CONCLUSIÓN QUE TODO ES BUENO, PERO CON MEDIDA, COMADRE. COMO DATO ADICIONAL, LE INFORMO QUE YO TOMO CAFÉ DESDE QUE TENÍA OCHO AÑOS, CON LECHE, PERO SIN AZÚCAR. ¡JAJAJA! —Pues yo voy a aumentar mi dosis para ver si llego a su edad, ¡jajaja! —Y DÍGAME, COMADRITA, AHORA QUE LA JANETITA MANEJA AUTO, YA NO VA A TENER QUE IR USTED A RECOGER Y LLEVAR A LOS HUERCOS A LA ESCUELA, ¿VERDAD? —Ojalá fuera así, comadre, pero no. Janetita va a high school y está completamente opuesta a la primaria donde van los chicos, así que no me salvé de esta rutina. —¡AY, COMADRE! LO MALO QUE EN ESTOS TIEMPOS LOS HUERCOS YA NO QUIEREN CAMINAR A SU ESCUELA AUNQUE LES QUEDE A DOS CUADRAS. —Así es, comadre, recuerdo que yo hacía veinte minutos caminando a la escuela y nos juntábamos los que vivíamos por el mismo rumbo, y se nos hacía poco el tiempo para platicar con los compañeros. —MI ESCUELA ESTABA MÁS RETIRADA, ERAN COMO CUATRO KILÓMETROS Y MI PAPÁ NOS LLEVABA MUY TEMPRANO, PERO NOS REGRESÁBAMOS A PIE. LAS VECES QUE LLOVÍA O NEVABA, SÍ IBA A RECOGERNOS Y SE LE LLENABA LA TROQUITA VERDE DE REDILAS CON TODOS LOS HUERQUILLOS QUE VIVÍAN POR EL RUMBO E IBA PARÁNDOSE EN CADA CASA. RECUERDO QUE PARA IR A PIE DEBÍAMOS ATRAVESAR, PARA LLEGAR MÁS PRONTO, UNOS TERRENOS BALDÍOS MUY GRANDES QUE HABÍAN SIDO PARTE DE UN HIPÓDROMO; INCLUSIVE EL EDIFICIO ESTABA DEMOLIDO EN PARTE Y HABÍA MUCHOS ESCOMBROS. CUANDO HABÍA JUNTA ESCOLAR, LAS MAMÁS DE LOS NIÑOS DEL RUMBO HACÍAN SU “MINI JUNTA” Y NOS DECÍAN QUE NOS REGRESÁRAMOS EN BOLA, QUE EN LAS CABALLERIZAS, QUE ESTABAN TAMBIÉN EN RUINAS, HABÍA GENTE MALA Y SI NOS ATRAPABAN “NOS HARÍAN JABÓN”. CUANDO VENÍAMOS SOLAS, TOMÁBAMOS EL CAMINO LARGO DONDE HABÍA CASAS Y MÁS TRÁFICO DE GENTE. —¡Ay, comadrita! ¡Qué bonitos recuerdos tenemos! —SÍ, COMADRE, Y ME ACUERDO QUE EN LA TIENDITA DE LA ESCUELA VENDÍAN DULCES GRINGOS. LOS MILKY LOS DABAN A $0.60 c MEXICANOS Y LAS CAMPANITAS DE CHOCOLATE A $0.10 c. —¡Ay, comadrita! Pues, ¿de qué “era” estamos hablando? ¡Jajaja! —NO SE BURLE, COMADRITA, O YA NO LE CUENTO MÁS. —No se enoje, comadrita, y siga contando. —NADA MÁS PARA TERMINAR, LE CUENTO QUE EL DÓLAR ESTABA A $12.50 PESOS MEXICANOS. —Bueno, comadrita, ya me retiro. Gracias por el café y la plática. —SÍ, COMADRITA, VÁYASE POR LA SOMBRITA PARA QUE NO SE DERRITA. ¡ADIÚ!