Exigencias Radicales del Evangelio

Por Gregorio Congote

Hay cosas que parecen imposibles de practicar en los evangelios, sin embargo, con la gracia de Dios, pueden brindar normas a nuestra vida y hacernos felices y dichosos. Jesús nos recuerda el mandato permanente de no matar; pero nos dice que no basta con no matar. Nos exige algo más perfecto: ni siquiera enojarse con los demás, mucho menos insultarlos o despreciarlos. Muchas veces al querer defender a una persona resultamos haciendo mucho mal pues terminamos por insultar al que consideramos agresor y eso según el evangelio no está bien. Esta invitación de Jesús es siempre muy oportuna. Nunca hay que matar. Por tanto, hay que condenar los asesinatos, el aborto, el suicidio conocido como eutanasia, la pena capital y el comercio de armas. Si la muerte del otro está prohibida por Dios, no se debe alegrar uno por la muerte de nadie. Jesús igualmente nos pide cambiar el enojo, los insultos, y los desprecios, por el respeto, por la valoración de los bueno que tienen los demás, y por un lenguaje más pacifista.

En la lucha por el poder, por lograr hacer las cosas como uno quiera, pretender ganar a base de ofensas crecientes, culpando a los otros, calumnias, juicios no objetivos y descalificaciones sistemáticas, perjudica a los mismos agresivos y violentos, descalifica a los otros ante la opinión pública y no ayuda a la reconciliación. Para Dios son tan importantes la fraternidad y el perdón mutuo, que parece no aceptar los ritos ni las oraciones que se le dirigen, cuando se hacen con un corazón enemistado contra alguien. Primero hay que reconciliarse y después volver a la celebración. A Dios no lo engañamos.

El capítulo 69 de la regla de San Benito nos ayuda a reflexionar sobre la manera de tratar conflictos. San Benito decía, que nadie se atreva a defender a otro en el monasterio. El capítulo es muy cortico dice así: “1 Hay que cuidar que, en ninguna ocasión, un monje se atreva a defender a otro o como a protegerlo, 2 aunque los una algún parentesco de consanguinidad. 3 De ningún modo se atrevan los monjes a hacer semejante cosa, porque de ahí puede surgir una gravísima ocasión de escándalos.” Creo que es una lección sobre la prudencia que debemos utilizar cuando haya conflictos. Parece que a San Benito no le gustaba que alguien se acercara a culpar a alguien en búsqueda de defender a otro.