Lo que es de Dios es de Dios

Por el Padre Jairo Gregorio Congote

El evangelio se trata de ser honestos con Dios. En la controversia con los fariseos aparece esta nueva insidia que busca hacer caer a Jesús en la trampa con el tema candente del pago de impuestos y le hacen la pregunta que ha hecho correr ríos de tinta. “¿Es lícito pagar tributo al César?”. Jesús hábilmente separa los dos campos: los derechos de Dios y los derechos de la autoridad humana. Deja clara la responsabilidad de la conciencia: Ser honestos con Dios y honestos con los hombres.
La mejor alabanza a la honestidad de Jesús viene de sus enemigos: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias”. Cristo no se deja engañar  y aprovecha la provocación de los fariseos para dejarnos una lección de comportamiento religioso y político que en vez de dividir, reconcilie al hombre con las razones más profundas de la vida. “¿A quién representa esta moneda? -pregunta Jesús- ¡Al César! -Dad pues al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
La moneda que presentan los fariseos a Jesús tiene dos caras: en una está la imagen del emisor y en la otra el valor de cambio, pero la moneda es una sola. “Dar a Dios lo que es de Dios” no es una alternativa al “Dar al César”. El cristiano debe vivir su vida intentando trabajar por el progreso y el bienestar, pero debe hacerlo obedeciendo a lo que el evangelio le enseña. Por otra parte, cuando la Iglesia proclama el evangelio está recordando a la política la primacía de Dios. Nosotros también, desde la sencillez de nuestra vida cristiana deberíamos valorar un poco más las realidades espirituales y desprendernos un poco más de las cosas de la tierra.
“Dar al César lo que es del César” significa reconocer la esfera legitima del poder civil y de las instituciones de servicio, estableciendo una relación correcta entre la dimensión religiosa y la dimensión humana. No se puede “dar al César de la economía”, pisoteando los derechos a la vida, al trabajo, a la educación, a la dignidad que tienen los hombres. No se puede “dar al César de la ciencia” haciendo experimentos arriesgados o mortales sobre otros hombres, como se pretende hacer con el embrión humano. No se puede “dar al César del dominio o del éxito” inmolando a otros hombres que mueren de hambre y de sed o son víctimas de la guerra o el terrorismo.
Por ello hoy debemos renovar nuestro compromiso de mejorar y transformar el mundo de acuerdo a la justicia y a la caridad que Jesús nos enseñó. Conciencia social que nos compromete a construir una comunidad de paz y de concordia, de progreso y de servicio. Una sociedad con derechos y deberes que respete la vida, el medio ambiente, la familia, la cultura, y la religión de todos los grupos humanos. ¿Verdad hermanos que es una buena ocasión para confrontar honestamente nuestras actitudes con las de Jesús? Con la ayuda de Dios así lo haremos.

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