Nuestra Fe en Dios

Por el Padre Gregorio Congote

No es de sorprender de que la Biblia use el amor de madre para ilustrar el amor de Dios nuestro Padre por todos nosotros. Si una madre siendo simplemente un ser humano es capaz de semejante amor tan tenaz y tan estable, entonces nos podemos imaginar cuanto mayor, cuanto más grande es el amor de Dios por todos nosotros sus hijitos. Aun cuando nos encontremos en condición de pecado, Dios no cesa de amarnos. Isaías describe el amor de Dios con el lenguaje de la intensidad, cercanía y belleza del amor materno. El amor de Dios, como el de una buena madre, es amor que recuerda. Pero hay maneras de recordar: el que vive resentido o el que espera vengarse también recuerda, pero su recordar espera la hora del mal. Dios recuerda su propia bondad y su propia misericordia, y el bien que ya ha florecido en nosotros, y desde este piadoso recuerdo busca nuestro bien. Si Dios está cerca; si nos recuerda con amor; si su poder es inextinguible, lo único lógico en la vida es confiar en Él. Esa fue la lógica de Cristo, y eso es lo que quiere inculcarnos en el Evangelio. La fe no es entonces un salto al vacío sino el paso natural, racional y lógico. Una vez que uno sabe quién es Dios, lo cual implica saber también que lo demás y los demás no son Dios.

Nosotros acumulamos dinero y posesiones porque nos dan la ilusión de que nos ofrecen todas las seguridades. Entonces cuando empezamos a perder algunas de las cosas que tenemos, eso nos genera ansiedad y preocupación hasta el punto que nos enfermamos, se nos sube la tensión arterial. Las personas de fe en Dios estamos llamadas a no confiar en las cosas sino en Dios cuyo amor perdura para siempre, el amor de Dios es eterno. Si queremos progresar en nuestra vida espiritual Dios debe convertirse en nuestra única y exclusiva seguridad y nuestra principal preocupación debe ser seguir su santa voluntad.

Por favor no sepamos a Dios, conozcamos a Dios. Esto de verdad nos ayudaría a vivir en el presente como los pajaritos libres de ataduras y de preocupaciones. Cuando Jesús nos pide que no nos preocupemos por el mañana no está condenando el que seamos recursivos, lo que condena es que por estar tan preocupados por nuestras cosas y problemas simplemente nos enfoquemos en las cosas materiales y en los cuidados del mundo de tal manera que nos esclavizamos por las cosas y nos olvidamos de que somos hijos de un Dios que nos ama y en el cual solamente podremos encontrar paz y reposo. Debemos poner nuestro futuro en las manos de Dios y conocerlo por medio de la oración, de los sacramentos, de compartir con nuestros hermanos.