Compartir Brinda Felicidad

noah-ark-daycarecmykPor Padre Gregorio Congote

Desde pequeño siempre me ha impresionado mucho la historia del rico epulón y el pobre Lázaro quien no tenía nada que comer y hasta los perros le lamían sus heridas. Lo que más me producía asombro era que el rico iba a parar al infierno y además de todo quería que Lázaro fuera a alertar a sus familiares de que debían cambiar para evitar terminar en ese lugar de tormentos. El dinero y los demás recursos económicos de que disponemos son bendiciones y las bendiciones deben compartirse. Debemos ayudar a los pobres, de lo contrario puede ser causa de perdición. Cuando uno disfruta en forma egoísta lo que tiene y nada comparte con los necesitados no debe esperar nada bueno al final, es una advertencia muy real. No debemos esperar a que se nos aparezca un muerto para que nos diga que debemos cambiar y nos confirme que existe en verdad el infierno. Se nos invita constantemente a seguir esa opción preferencial por el pobre y aquellos que carecen de techo, educación y comida, es decir, por los que no pueden cubrir sus necesidades básicas. Entre nosotros hay muchos Lázaros que tienen hambre porque no encuentran un trabajo digno. Hay gente que sufre de abuso y explotación por no tener los documentos legales para vivir en este país. Hay muchas personas que están enfermas, encarceladas y abandonadas por sus propias familias. Hay muchos que carecen de lo indispensable para sobrevivir. Obviamente hay también gente generosa, pero también existen algunos que están centrados en ellos mismos. Si no se convierten de nada les va a servir la buena vida que ahora disfrutan. La verdad son unos insatisfechos que para llenar su vacío interior se saturan de todo, comidas, bebidas, lujos, y todo tipo de excentricidades. Algo les falta que es muy importante y hacen de todo como un mecanismo de compensación. Es triste que no tienen ni idea de los mucho que disfrutarían hacer felices a los demás con un poquito de su ayuda. Si encontraran motivación para dejar por un momento la comodidad y venir a compartir con los desposeídos experimentarían una alegría tan profunda que nadie se las podría quitar. No hay mayor felicidad que hacer felices a los otros. Todo pasa y lo único que nos llevaremos serán las buenas obras.