Las Parábolas del Reino

La parábola del sembrador nos invita a meditar sobre la eficacia de la palabra de Dios en nuestra vida. Debemos tomar una posición respecto a nuestra relación con Dios y la comunidad. Jesús nos habla del proceso que tiene que seguir todo hombre para alcanzar la plenitud en Dios, y cada terreno representa las etapas de ese caminar. También podemos reflexionar sobre un género literario bíblico que se repite con frecuencia en la proclamación evangélica de los domingos: las parábolas del reino de Dios en labios de Jesús quien valora positivamente la eficacia de la palabra del reino, que es la semilla que se siembra. Aunque aparentemente los primeros resultados hablan de fracaso, la eficacia de la palabra de Dios está asegurada, pues la tierra fértil compensa con creces la esterilidad de las otras tres parcelas: el camino, el pedregal y las zarzas. Esa misma eficacia de la palabra de Dios es expresada por Isaías con las bellas imágenes de la lluvia y de la nieve que empapan la tierra.
El sembrador (Dios, Cristo, el apóstol) esparce generosamente la semilla confiando en el éxito final. No obstante, el protagonismo de la parábola no lo tiene el sembrador sino la simiente, junto con el terreno en que cae; pues el núcleo de la proclamación evangélica es la eficacia de la palabra, aunque condicionada en buena parte por los diversos grados de aceptación de la misma por el oyente. Queda patente que son dos los factores determinantes de la salvación: el primero y fundamental es la iniciativa de Dios que la ofrece al hombre; y el segundo, la respuesta afirmativa o negativa de este, pues Dios respeta su libertad. La perspectiva en que se sitúa Cristo al pronunciar la parábola del sembrador es de optimismo. Comienza comparando el reino de Dios con una siembra azarosa y acaba equiparándolo a una cosecha espléndida, sin prestar mayor atención a las etapas intermedias del crecimiento y maduración de la semilla. Todos estamos llamados a llegar a la etapa 4, la de la tierra fértil, donde si hay frutos porque se ha abierto la vida por completo a Dios permitiendo que la gracia divina trabaje en cooperación con la voluntad humana. Dios desea desarrollar el potencial de vida que hay en nuestro interior.
Las parábolas del evangelio pertenecen a un género literario de la biblia, que se llama didáctico, porque su intención y finalidad es enseñar una verdad religiosa. Las parábolas en labios de Jesús son comparaciones o imágenes destinadas a ilustrar una idea o enseñanza, en concreto sobre el reino de Dios. En una parábola hay que atender al conjunto, del que se desprende una conclusión única en forma de enseñanza. Las parábolas contienen “los secretos del reino de Dios”, según la respuesta de Cristo a sus discípulos.
No haría falta entrar en la explicación de la parábola del sembrador puesto que el mismo texto evangélico interpreta magníficamente el significado de las cuatro clases de terreno en que cae la semilla, “la palabra del reino”: borde del camino, terreno pedregoso, zarzas y tierra buena. Para concluir estas reflexiones no queda sino preguntarnos qué clase de terreno somos nosotros, y soy yo en particular. La respuesta sincera la hemos de dar cada uno personalmente, en primer lugar, y comunitariamente después.