Reflexión: “Lejos de Casa”. El significado de tomar esa difícil decisión”

Vivir lejos de casa no es para todos. Debes tener un corazón grande, lo suficientemente grande como para empacar todo lo que dejas: Alegrías y dolores, amigos y amores. Este equipaje cardíaco late incluso cuando tocas un suelo que no te pertenece o cuando estás acostado en un colchón que no tiene tu forma y una almohada incómoda, y miras al techo preguntándote ¿a dónde vas? Amigos que no son tuyos, una ciudad que no es tuya. Debes tener un corazón grande, lo bastante grande para hacer cosas nuevas. Un corazón que a veces teme que otros se hayan olvidado de ti, porque el presente ha tomado el control de sus vidas. Un gran corazón, pero no demasiado fuerte… Y entonces ahí es donde se detiene. Está bajo arresto, te confunde y no sabe quién eres. Así que te acuestas en el colchón que ahora ha sufrido un poco tu peso, y la almohada es más suave por un lado y te preguntas en quién te estás convirtiendo más allá de preguntarte ¿a dónde vas?

Porque cuando te vas, más que moverte hacia un lugar, vas hacia un destino, el tuyo. Con un no nuevo corazón, sino más bien con el mismo, pero tú dejándote guiar por él, porque él sí sabe lo que tu ser anhela. Solo recuerda, que… Estamos hechos de otra pasta, quien no lo ha vivido no podrá entenderlo… Así que tú, como las águilas, levanta el vuelo, deja que el viento te lleve a donde sea que te tenga que llevar, pero vuela alto, muy alto, y echa raíces donde lo tengas que hacer.