La Iglesia misionera

Por el Padre Jairo Gregorio Congote

Para reflexionar en nuestra misión debemos leer sobre la pesca milagrosa después de la resurrección y en particular sobre la misión y vocación de Pedro. Como en el día de la resurrección, el evangelio afirma una primicia de fe y visión en el Discípulo Amado, así como una primicia de autoridad en Pedro; las dos primicias tienen una misma base: el amor. El que tiene más amor es el primero en reconocer al Señor y se lo comunica a Pedro, quien con su impetuosidad habitual, se arroja al mar para llegar cuanto antes al Señor.
Pedro había negado tres veces a Jesús; por eso tuvo que profesar su amor a Jesús tres veces antes de poder ser nombrado pastor de la Iglesia según el modelo de Jesús. Pedro no fue elegido porque amo más, sino para que amará más. Al que ha caído y ha negado tres veces a Jesús se le pide un amor más explícito de cara al futuro. Pedro será en todo como Jesús, hasta en su sacrificio en la cruz.
En la narración del milagro, todos los discípulos estaban en la barca con Pedro y bajo su dirección tenían que remar y trabajar juntos. Esta narración nos recuerda la pesca milagrosa del capítulo quinto del evangelio de san Lucas. Las dos narraciones simbolizan la misión de los discípulos; por ser tan importante, san Lucas la pone al comienzo de su evangelio, mientras que Juan la pone al final. Los 153 peces posiblemente significan la universalidad de la misión. Algunos creen que san Lucas quería hacer alusión a las 153 regiones que se creía que había en el mundo de entonces. En la Iglesia todos estamos llamados a ser pescadores y a remar juntos; solo uno lleva el timón y todos trabajamos bajo la dirección del Vicario de Cristo, el Papa. No hay otra barca fuera de la de Pedro. Trabajar sin Cristo es noche oscura y estéril. Trabajar fuera de la Iglesia no parece ajustarse a los deseos de Jesús.
San Pedro tomó el liderazgo en la Iglesia primitiva desde el principio, después de la ascensión de Jesús a los cielos: en la elección de san Matías para ocupar el lugar vacante de Judas, el día de Pentecostés con un gran sermón, en nombre de los doce apóstoles, que convirtió a miles de personas y en la recepción de los paganos en la Iglesia en la casa del oficial romano Cornelio. Antes de recibir su comisión. Pedro fue examinado sobre su amor. En el ocaso de la vida seremos también examinados sobre el amor.
La resurrección de Jesús transformó a los discípulos. No solamente dieron testimonio valiente de Jesús sino que cuando tuvieron que sufrir a causa de ello, salieron felices después de haber sido azotados. La resurrección de Jesús les había quitado el miedo a la muerte. Los discípulos responden a las autoridades religiosas judías que al obedecer a Dios tenía primacía sobre la obediencia a los poderes humanos. Aun ahora la Iglesia Católica tiene siempre presente que se debe guiar por su fidelidad a la misión y a los mandamientos recibidos de Jesús. “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”, o antes que a nuestros gustos, leyes injustas, costumbres, propaganda…Los apóstoles predicaban la conversión y el perdón; nada les acobardaba. La resurrección de Jesús los había transformado en testigos libres y valientes. Esta fe en la resurrección de Jesús ha producido héroes y santos a lo largo de la historia.